sábado, 30 de octubre de 2010

Se hunde el arca de SamuEl alcalde

Falló como líder de la ciudad. Samuel Moreno no ha garantizado la eficacia ni la transparencia de todo el manejo de los recursos públicos. Y digo que falló no sólo por este hecho, sino que además fracasó en su principal tarea como mandatario: “El príncipe (mandatario) pertenece y sólo puede permanecer al pueblo”, así lo señaló Rousseau (1964c, 623) declarando que el dignatario no es más que un consenso de la comunidad: él toma las decisiones según la opinión pública, y no sobre su opinión o interés personal.
Una amenaza. Nicolle Newman dice que: “La sociedad tiene único fundamento colectivo, que sólo puede verse amenazado por el egoísmo de los individuos particulares”. Según ella Samuel vendría siendo amenaza para la sociedad bogotana, y claro que lo es, pues lo confirman las variadas declaraciones y hechos que poco a poco se han ido destapando sobre ‘El eslabón de los contratos’ como lo llamó la revista Semana.
Primero fue la denuncia de un contratista quien reveló la existencia de un cartel de la contratación en la ciudad. Luego fue la Fiscalía quién hizo un fuerte señalamiento sobre la corrupción por parte de las contrataciones y agregó que: “Este es un fenómeno que viene consternando a la opinión pública nacional", después apareció una grabación de un político liberal negociando las comisiones con los contratistas del Grupo Nule.
A su vez, la revista Semana publicó un artículo destapando algunos hechos sobre las mismas contrataciones, pero esta vez había un nombre propio: El senador Iván Moreno Rojas... Y así poco a poco se han destapado varios hechos.
Pero, ¿qué dice Samuel Moreno en su defensa ante todas estas pruebas?...Nada, no dijo nada al respecto, sólo se limitó a emitir un extraño silencio. De pronto, al igual que  lo señaló Rousseau en su tiempo, nuestro Alcalde también tiene miedo “De ser reconocido y proclamado en público como un ladrón, un mentiroso y un calumniador”. Cosa de la cual sólo se encargaría y se está encargando la opinión pública. Así es, nosotros somos los únicos capaces de hacer valer nuestros derechos. Como lo dijo Nicolle Neumann: “La opinión pública es la que protege a la moral de la decadencia”, y esa moral viene siendo una moral colectiva, la de toda una ciudad.
La opinión pública se convirtió para nuestro alcalde en un tribunal de cuya desaprobación tendrá que protegerse. Este tribunal (no sólo visto desde el ámbito judicial, sino encarnado en cada uno de los ciudadanos),  ha generado un gran interés en el tema más polémico de los últimos años en la Capital del País. La causa es muy sencilla: nos hemos dejado moldear de acuerdo a las opiniones de los medios, logrando que estas se vuelvan esenciales para los gobiernos de turno.
Este consenso que deja vislumbrar el inmenso poder de las opiniones en nuestra sociedad, produce y construye la base real de esta entidad pública. De esta forma, se puede observar que la presión que ejercían sobre cada individuo se trasladó poco a poco, hasta llegar a ejercerla en los entes de mando: en nuestro gobierno local.
Las fuertes aseveraciones que se han conocido y transmitido a través de lo medios masivos de comunicación de nuestro país, han marcado el devenir de la situación moral y de la imagen que proyecta el ‘Alcalde de Bogotá’. Como asegura Hume: “Nuestra reputación, nuestra fama y nuestro nombre son razones de enorme peso e importancia”.  La influencia de las opiniones no ha generado los mejores efectos y por ende, la popularidad y el apoyo hacia Moreno han descendido vertiginosamente, en esta sociedad, que más que nunca, espera incesantemente, resultados.
Por lo anterior, la afirmación de James Madison en The Federalist, es el reflejo de nuestra situación: “Todo Gobierno se basa en la opinión”. Nosotros decidimos si estamos dispuestos a continuar con el letargo administrativo que llevamos a cuestas hace dos años.
Madison también asegura que “el poder de la opinión sobre cada individuo y su influencia práctica sobre su conducta, depende en gran medida del número de personas que él cree que han compartido la misma opinión”. Nuestra razón humana adquiere sentido, fortaleza y confianza cuando no está sola. Lo anterior se puede evidenciar en la aglomeración de masas para promover el No rotundo al mando más devastador de nuestra historia. Los cacerolazos, los grupos en redes sociales, los blogs y los foros dedicados a este tema, son algunas evidencias de lo que logra una opinión generalizada en una sociedad inconforme.
Esta exposición pública en la que se ha visto inmerso Samuel Moreno, le genera una incapacidad de defensa que se traduce en amenaza vulnerable que crece cada día más, dejándolo indefenso en este “campo de batalla” que lo hace perder su reputación no solo a nivel local sino a nivel Nacional, y muy seguramente Internacional, si no se le da una pronta solución o se genera una vía que interrumpa el proceso ferviente de la masa. Como planteó Tocqueville: “En todas las sociedades hay una presión hacia la conformidad, y el miedo al aislamiento es lo que da eficacia a esa presión”, o en términos de Rousseau:” un yugo bajo el cual debe humillarse el miembro individual de una sociedad”.
Así como primero fue un contratista, las denuncias hechas por el ex candidato presidencial Gustavo Petro, el senador Luis Carlos Avellaneda y el concejal Carlos Vicente de Roux han derivado en una tensión política que amenaza con la ruptura irreparable del Polo Democrático Alternativo.
El boom mediático se expandió de una manera increíble, de un momento a otro, todos los partidos políticos rechazaban el actuar de la Administración Distrital gracias al moldeamiento que le dieron los medios a la opinión pública, todos empezaron a evadir responsabilidades y a echarse la culpa unos a otros.
Ante las denuncias de supuesta corrupción en la contratación de algunas obras públicas, fue radicada ante la secretaría del Consejo de Estado una demanda de pérdida de investidura contra el senador Iván Moreno.
Esta es una de las muestras que certifica que los medios y la opinión pública, al estallar casos importantes, mueven las instituciones y hacen que actúen, ya que en este caso, todos habían estado supremamente en silencio.
Si se suponía que el caso de corrupción en la Alcaldía de Bogotá era vox populi, ¿por qué todos esperaron a que Gustavo Petro destapara la “olla” de la corrupción en la ciudad? Pues es simple, por que la política está llena de oportunistas que en muchas ocasiones lo que buscan es que los medios formen un boom para poner fija su posición sobre un asunto determinado.
Ahora bien, esto no es solo cuestión de los booms mediáticos, sino que en Colombia la oposición es simplemente un chiste. Aún no logro explicarme cómo es que el Partido de la U, que supuestamente hace "oposición" a la Administración Distrital, esté unido con el Polo en la Alcaldía.  
Lo más curioso de todo esto es que aunque la política esté constituida bajo relaciones, amistades y círculos específicos bastante cerrados, unos supuestamente por ideología contrarios a otros se unan para sacarle el mejor provecho.
Los senadores, mal llamados “padres de la patria”, no se han pronunciado mucho sobre la corrupción en Bogotá, o han sido pocos los que lo han hecho, ¿intereses? Tal vez. No podemos afirmarlo con un 100% de certeza pero lo que sí podemos afirmar es que esta Administración está hecha un total desorden, está llena de corruptos y de gente que entró hace mucho tiempo en la espiral del silencio por miedo a represalias pero gracias a ese silencio le está haciendo daño a todos los habitantes de la capital que depositaron un voto de confianza a quien obviamente no debieron hacerlo.
Al final de cuentas, el dinero ya se lo robaron los Nule (quienes a propósito están pasando unas buenas vacaciones en Italia) y los políticos que lograron sacar provecho.
¿La opinión pública que hizo durante ese tiempo? No mucho, y ahora los habitantes de Bogotá sufrimos por el atraso en el que está sumida la ciudad.